"De simples hombres se convertirán en seres espirituales, y la vida terrena se convertirá en vida divina"
Sri Aurobindo
Vivimos tiempos crepusculares, sí. Pero también es cierto que un rayo de Luz está penetrando ya en la conciencia colectiva anunciando el fin la noche oscura. Así lo siento, en verdad. Y percibo este momento presente como el tiempo en que se cumple la experiencia humana pronosticada por Platón en su Alegoría de la Caverna. Tengo el sentimiento de que nos hallamos en un momento crucial de la evolución humana, y de que la Alegoría de Platón es una referencia, un punto de partida y una guía precisa para afrontarlo. Como el guión de una película, que contiene tanto el devenir como el desenlace final.
Rememoro paso a paso aquel relato con la atención puesta en mis adentros y también en el exterior, en el Mundo y en las circunstancias actuales de pandemia, que advierten acerca del porvenir. Y siento que aquella trama de la Caverna se está desarrollando hoy y que nosotros somos sus sorprendidos protagonistas.
Por ahí ando yo. En esta toma de conciencia; en esta reflexión que combina el donde estoy, el rumbo y el destino. Ante un horizonte donde se alza el “mundo nuevo” de las profecías, que intuyo posible y cercano. Y no por un exceso de optimismo, sino por sentido de la realidad, de lo que hay en juego, de la gran apuesta evolutiva en relación a este tiempo y de nuestra capacidad para levarlo a cabo.
Soy consciente de estar viviendo un momento crucial en la Historia de la Humanidad en el que se dirime un cambio radical de paradigma, así como de mi firme voluntad de participar en él.
Y me pongo en marcha tratando de ordenar los sentimientos y las ideas, además de las ganas de hacer; como impulsado quizá por el mismo sentimiento que movió al personaje de la Caverna, de Platón, haciéndole salir al exterior que es el reino de la Luz y la consciencia. Y allí descubre el juego de la luz que incide sobre los objetos y las sombras proyectadas por estos. Y comprende. Y se transforma. Y decide compartir lo hallado con los demás…, porque siente que es algo bueno y que es de todos. Y todos devenimos así transformados.
Sí, amigos. Estoy hablando de un cambio radical, posible y necesario; de una manera nueva de vivir y de estar en el mundo, que constituye un verdadero renacimiento humano; una gran aventura para la Humanidad que merece ser llamada: “ODISEA DE LA ESPECIE”, la cual, como en el relato épico de Homero sobre Odiseo (o Ulises) en su regreso a Ítaca, también implica tener tres cosas: destino claro, voluntad y determinación en quien emprende el viaje…
Así pues, me pongo en marcha y decido compartir lo que sé, sin ánimo de convencer a nadie.
Medítalo tú también, querido amigo. Y, si te animas, toma tu pala de remar y súbete a este barco. Porque el viaje empieza cuando el viajero abandona el muelle desde donde contemplaba el mar, y se adentra en aguas abiertas. En ese barco, todos somos tripulación.