“Y creó Dios al Hombre a imagen suya (…) y los creó macho y hembra” (Gén 1, 27)

Acudo a la cita cuando el “tiempo profano” (como le llamaron nuestros antepasados al “tiempo convencional”, estrictamente mundano y aparentemente distante de Dios) está a punto de cumplirse según el calendario. Pero consciente de estar actuando dentro del otro tiempo llamado “tiempo sagrado”, que alude al devenir humano consciente de la comunión con Dios, sin calendarios…; eternamente vivo y presente.

Así que, aquí estoy. A tiempo.

A tiempo de rememorar y de darle vida a una antigua tradición hebrea que, una vez al año, recuerda y celebra el origen de la Creación y del Hombre… Y lo hace señalando un periodo de diez días que comienza con el Rosh haShanah, y finaliza con el día del Yom Kipur, o del perdón… Periodo que se cumple y finaliza entre hoy y mañana...; coincidiendo  con la publicación de este artículo según el calendario. Pero que perdura y se extiende indefinidamente si lo contemplas dentro del “tiempo sagrado”.

Entre ambos días, primero y último, media el tiempo dedicado a la oración, la introspección, el agradecimiento, el arrepentimiento y la celebración…

En él estamos, todavía. Y ante la posibilidad de permanecer por siempre conectado a la mística que subyace en todo ello; lo cual implica trascender la efeméride para pasar a vivir en dicho estado de comunión.

Hoy acudo de nuevo a tan señalada cita, trayendo conmigo mis palabras del pasado año, que repito, y refuerzo con las de hoy…:

“Tal vez (dije entonces) éste sea el versículo más repetido de la Biblia y el más celebrado, por fundamental; por ser fundamento y sostén de otros que le siguen, configurando una mística milenaria que trasciende ideologías étnicas y aún las particulares, hasta  alcanzar la categoría de universal.

Y es desde ese punto de universalidad de donde me asomo a un profundo sentimiento judío, como un miembro más de ese pueblo alegórico que siente a Dios en sus venas, en las células de su cuerpo y en el rincón más secreto del alma: hoy me sumo a la celebración del Rosh haShaná…, el día de la creación del Hombre a imagen de Dios. También considerado primer día del año y principio rector de todo lo demás.

Y aquí me detengo, sin prisa; con la sensación de que no hay ningún lugar al que ir, porque todos los lugares se establecen y asientan  en este  espacio del alma, donde me reconozco “creado como imagen viva de Dios” y reafirmo mi realidad. Sí, queridos amigos, porque la Creación no es un hecho puntual pasado, sino un proceso continuo que mantiene viva la “oportunidad”, siempre latente y dispuesta…, únicamente ajustada al “momento” personal de cada uno.

El Rosh haShaná no es una efeméride, sino la permanente y continua oportunidad de “reconocerte creado como imagen viviente y humana de Dios”; es decir,  hecha consciente en nosotros, querida y definitivamente aceptada.

Adam y Eva no están ubicados en el pasado de la Humanidad, sino en el presente-futuro; y cada momento de la existencia puede ser convertido en nuestro personal  Rosh haShaná, en ese instante eterno en el que el Creador se mira a Sí mismo para crearte a ti… Y tú lo percibes y aceptas.

Aquel Adam bíblico,  aquella Eva,  eres tú y soy yo. Y esa simbólica creación se conmemora hoy, a la caída de la tarde…; y se prolonga dos días, como dando tiempo a los rezagados para hacerla real.

Sabe, finalmente,  que en esa íntima celebración (que se acompaña con   el sonido del tradicional “shofar”)  cabemos todos. Si lo escuchas, acude presto. Porque en los asuntos del alma no se limita el aforo, y la puerta siempre está abierta”.

Félix Gracia (16 Septiembre 2021, año 5782 del calendario hebreo)

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