El título es un aforismo relativo a la profesión sanitaria que algunos atribuyen a Hipócrates, otros a Galeno y, hoy, más de dos mil años después lo tomo como mío propio porque lo siento vivo y acuciante como una urgencia.

Esta mañana me he despertado con él. Y con su hermano ético conocido como la “Regla de Oro”; otro aforismo aún más antiguo que bien podría escribirse así: “trata a los demás como querrías ser tratado”(implícitamente: no hagas daño a nadie). Y me he despertado con la sensación de estar asistiendo a una contienda que ha llenado el mundo de heridos.

No era para tanto, en verdad... O tal vez sí. No hay ambiente de guerra en las calles, cierto. Todo parece “normal”; es decir, como tiempo atrás, como antes..., !como siempre...! Y ahí está la clave, en ese “como siempre” que es el problema; o sea, la “normalidad” ética, el “más de lo mismo” que llena las calles y las casas de heridos aún si no lo parecen porque no muestran heridas físicas. Medio mundo enfrentado a la otra mitad; el egocentrismo desatado que nos hace sentir que el otro no importa, o que es un enemigo contra el que tienes que luchar, sea con armas, o con odio, o mentiras; o con deseos y pensamientos destructivos, que no hacen ruido pero hieren o matan igual...

Y he recordado el viejo aforismo pronunciado cuatro siglos antes de Cristo y la “Vida Compasiva” hacia la que apunta. Y el no menos importante sentimiento contenido en el término sánscrito AHIMSA, contemporáneo de aquél, que en su sentir más profundo alude, no solo a la no violencia, sino al “deber moral” de ayudar a todo lo viviente a que viva y realice plenamente su potencial. Y a Jesús, con su pensamiento y su corazón puestos en los “abatidos”, pronunciando estas palabras que recoge Tomás en su Evangelio Apócrifo: “Ama a tu hermano como a tu alma, cuídalo como la pupila de tu ojo”; que suenan a Compasión pura y a “juramento hipocrático” general, de todos (y no sólo de los profesionales sanitarios) necesario hoy más que nunca.

Y veo cuánto queda por hacer en el camino dela Compasión. Pero también que ese largo camino empieza por un primer paso muy simple: NO HACER DAÑO, a nadie ni a nada. Solo eso.

- Félix Gracia (Julio 2020)

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