Nunca. No acabará nunca.
Acabará la pandemia, la alarma decretada, el estado de sitio, la parálisis económica y social, el “postureo”...; acabará el mundo tal como lo conocemos. Pero el “Confinamiento” seguirá porque es la Fuente de Vida Eterna; el “estado” elegido por el Creador para realizar y permanecer en Su obra, convertido en patrón o modelo para todo lo que nace o viene al mundo después. Así viniste tú..., y todos los nacidos.
Digo en mi anterior artículo/reflexión que: “La Creación es la crónica de un confinamiento”. Y lo es: del confinamiento de Dios-Creador en lo creado, en la criatura. Aunque nunca lo hemos definido así; nos hemos referido a ello utilizando conceptos como “implícito” o “inmanente” asociados a nombres, como Atmán o Shekinah; porque no teníamos el concepto adecuado, explícito y sensorial, humanizado, que sí tenemos hoy: CONFINADO.
Hemos tenido que esperar milenios para descubrir al “Dios bajado del Cielo” y metido en nuestras entrañas desde la eternidad... Milenios de espera, de búsqueda infructuosa del “Amado Invisible ”por cielos abstractos y el pos mortem...; hasta que un mensajero venido de Oriente propicia esta actual circunstancia en la que todos devenimos “réplica personal” del Confinado por antonomasia, que es el Creador, y gracias a ello nos hacemos conscientes...
¡Aleluya! Hemos llegado al “fin del mundo”; al final de “un mundo” que no es geográfico, sino metafísico, psicológico: un mundo intangible habitado también por todos los seres humanos que se han sentido huérfanos de Dios; desheredados de la vida, abatidos, “muertos”... ,que es una categoría más de confinados. Un hábitat integrado por la casi completa Humanidad de todos los tiempos, varada en la cuneta de la vida; en ese “limbo” del Alma donde se refugia el último resquicio de esperanza.
Tenlo en cuenta, amiga que me lees. Porque a él, a ese lugar habremos de acceder sin falta para recoger lo allí guardado, pues pertenece a la familia humana y es nuestro... Trozos del Alma; ovejas perdidas (como en la parábola) olvidadas, ausentes..., que esperan la llegada del pastor.
Así, llegados al final, se nos mostrará una opción anteriormente velada: NACER DE NUEVO, que es el comienzo del fin del confinamiento.
- Félix Gracia (Mayo 2020)