“Haced a los demás como quisierais que os hicieran a vosotros” (Regla de Oro)
Con el corazón encogido. Así estamos; de la manera más antinatural, porque el corazón es fundamentalmente expansivo, tiende a hacerse más y más grande para acoger a más y más vida manifestada, hasta llenarse con toda la Creación.
Porque el corazón, además de órgano, es un sentimiento; una suerte de “instinto maternal” inagotable que acoge, cuida, nutre, sostiene e impulsa a todo lo viviente como si de un hijito se tratara… Como hace el Creador con la criatura creada. Porque esa “madre instintiva” es, en verdad y al margen de ideas teológicas, lo auténtico Creador…
Hoy vivimos en plena tormenta. Llueve, sin agua: con sentimientos. Sólo sentimientos, que son como llamadas urgentes, interrogantes surgidos del alma al propio tiempo que una voz interior se deja oír: “Ama a tu hermano; cuida de él como de la pupila de tus ojos”.
Ahora la preocupación general gira en torno a la salud del cuerpo. Normal. Pero esto pasará una vez controlado el “enemigo”. ¿Qué será después de esta “batalla”? Después tendremos que contar las bajas tenidas, que no son únicamente los fallecidos, sino los heridos; los “tocados” en su alma y en su vida…, que alargan el recuento y hacen audible aquella voz interior, ahora ya como una inmensa coral que apela a la compasión en el mundo como manera de vivir.
Que nadie espere, pues, “volver a la normalidad”. No puede haber normalidad (que significa volver a lo de antes) después de tanta tormenta y de tanta conmoción, sino iniciativas nuevas en aras a una nueva manera de vivir desde la convicción de que somos seres interdependientes, como las células de nuestro cuerpo, o el Sol y los planetas…; seres íntimamente vinculados y unidos (aunque parezcamos aislados e independientes) llamados hoy a cambiar esa falsa “normalidad”. Y de entre todas las iniciativas, la más valiosa es aquella actitud a la que me referí en un artículo/reflexión anterior titulado “Lo haré por ti”. Es decir, ser para el “otro” el “Pigmalión”, el estímulo, el instrumento o medio que suscita en él la realización de su “mejor versión”. Eso es Humanismo; Ahimsa, al más alto nivel. Compasión.
Compasión. Sinergia pura, de corazón, es lo que hace falta para recomponer el territorio (el geográfico y el psíquico) en un nuevo hábitat más sano, más justo, más cordial, más equilibrado, más humano. Porque después del 2020, ya nada será igual.
Félix Gracia (Mayo 2020)